Caminar para viajar. El mundo a escala humana

Descripción

La ruta a Cape Wrath es una idea implementada en un libro-guía, basada en el uso de senderos existentes, donde existan, para recorrer la región más occidental del norte escocés, de sur a norte, hasta que ya no quede más norte terrestre hacia el que ir. Hasta el cabo Wrath, el Finisterre de Escocia.

Suficientemente compacta y útil como para llevar encima durante el viaje. Nótense los manchones

No es una ruta costera: la costa, en esta región, es una sucesión de fiordos que llevan el agua de mar muchos kilómetros tierra adentro y contribuyen a complicar la orografía lo suficiente como para que Knoydart, Torridon y Assynt -las tres unidades geográficas de esta historia- hayan llegado hasta el siglo XXI casi despobladas y desprovistas de infraestructuras; el entorno soñado para el viaje a pie… pero no todo es tan bucólico. Vive poca gente porque vivir aquí es duro. Viajar a pie, también.

A grandes rasgos, la ruta consiste en una línea directa sur-norte a la altura de la cabecera de los fiordos, para evitar rodeos. No será hasta las últimas etapas cuando habrá vistas del mar abierto.

El diseño está pensado para ser lo más fácil posible en una región donde el viaje no es fácil: no se escalan montañas, se buscan los collados; se usan los senderos establecidos, cuando los hay; no se intenta huír de la civilización, cuando la hay… a pesar de todo eso, habrá terreno complicado, tramos y ocasiones en las que la orientación puede ser un reto, habituales secciones campo a través, vadeos de ríos potencialmente peligrosos, escasez de posibilidades de abastecimiento y necesidad de autosuficiencia. Y el endiablado clima escocés.

Meteorología

La meteorología en esta región es un rasgo definitivo e inseparable de todo viaje y de su relato. Es cualquier cosa menos un factor neutro.

Tiempo oscuro para caminar en las montañas de Torridon

Hay sitios más ventosos que Escocia; hay, sin duda, sitios más fríos y, probablemente, incluso haya sitios más húmedos (esto ya lo dudo más) pero me cuesta imaginar un sitio más desapacible que el noroeste de Escocia. ¿Qué lo hace así? Pues la combinación diabólica de todo lo anterior y el hecho de que no hay tregua segura. Una tregua es un regalo y nunca sabes cuánto va a durar.

Hay días desconcertantemente incómodos: no llueve -apenas-, no hace un frío significativo; sólo el viento, un tanto gélido, y el cielo, siempre amenazante. Y esa sensación de inestabilidad que se siente en el ambiente. Dicho así, parece poco pero, en un día como éste, me encuentro con un par de grupos de gente parapetada en un refugio, a media tarde, sin intención de salir más. Y casi me compadecen cuando yo anuncio que sólo he entrado para descansar un rato y comer algo en un lugar protegido pero que pretendo continuar… ahora bien, ¡salto con red! porque hay otro refugio un par de horas más allá. Y llego allí congelado o, más que congelado, acongojado, suspirando de alivio cuando cruzo la puerta y la cierro detrás de mí como si me persiguiera el monstruo de las pelis.

Yo tampoco me lo explico pero así lo sentía en el momento. Y recuerdo que salí a mear porque, sobra decirlo, no me quedaba más remedio y, literalmente, me tuve que forzar a alejarme del refugio los metros mínimos que exige la etiqueta.

Es difícil de explicar. Y, honestamente, no tengo del todo claro hasta qué punto es una sensación física o dónde empieza lo psicológico pero, desde luego, sé que no me pasa sólo a mí.

Además de los días extrañamente desapacibles, están los directamente horrorosos: llueve, hace frío, sopla el viento, la niebla cubre las cumbres y los collados. Si necesitas navegar en terreno sin sendero en estas condiciones, cosa relativamente habitual, puede llegar a ser difícil técnicamente. Son momentos de esos en los que la dificultad física se queda pequeña ante el peso psicológico de la tarea y la responsabilidad que conlleva.

Por fin, además, en este viaje concreto, he tenido que convivir con un actor meteorológico posible pero no probable, para la época: la nieve. Añade nieve al cóctel y el granizado resultante se pone, si cabe, más interesante.

Nieve recién caída a 700 m. en el Bealach Coire Mhàlagain. Abajo, Glen Shiel

Plan de viaje

La cuenta es sencilla: 326 km, 14 días hábiles para caminar, prácticamente imposibles de extender, habida cuenta de lo que puede costar regresar a la «civilización» desde el cabo. Técnicamente, sería posible usar el decimoquinto día para caminar pero a costa de que el riesgo de no poder volver a Edimburgo a tiempo de coger el avión de vuelta fuera alto. Por tanto, 14 días y 23 km/día de media.

El plan diario es simple: caminar hasta no poder más. Cada día. El único factor que puede matizar esto es el tiempo atmosférico y, asociado a ello, la disponibilidad de un buen campamento -algo no inmediato en las tierras altas- o de un refugio al final de la jornada. La combinación de mal tiempo -habitual- y la posibilidad de una pernocta lo más confortable y segura posible pueden aconsejar acortar la jornada o alargarla aún más.

La acampada será mi opción por defecto para la pernocta pero no renegaré del uso de los refugios cuando haya alguno a mano y me apetezca utilizarlo. En Escocia, existe una red de refugios libres, los bothies: antiguos edificios rehabilitados para su nuevo uso, situados en zonas más o menos remotas y pensados para ofrecer abrigo básico pero seguro al viajero itinerante. En pocos sitios como éste tendrá más sentido.

Sourlies bothy, en lo más profundo de Knoydart

Caminaré intentando generar superávits diarios que me faciliten el objetivo. De hecho, utilizar los 14 días completos para llegar al cabo implicaría que ya no podría utilizar exclusivamente transporte público para volver a Edimburgo… nada que un buen hitchhike no pueda arreglar pero intentaré no tener que depender de ello.

Abril y mayo son dos de los mejores meses del año para viajar a pie en esta región: el tiempo es menos inestable que en la mayoría del resto del año, no hay insectos, hay muchas horas de luz y las temperaturas son suaves.

Por qué

Si es que, con este cuadro tan catastrofista, la pregunta inmediata es ¿por qué allí? Si parece que esto no es más que «de sufrir y de sufrir…»

No todo son contras; por supuesto, hay pros: el lugar es increiblemente bello y caminar por allí provoca sensaciones especiales, intensas. No es sólo un sitio bonito, es algo más: las luces, los paisajes, el relieve, lo vacío que está… son factores que dan un resultado espectacular. Es uno de los sitios más evocadores y atrayentes que conozco y, de hecho, es uno de los lugares a los que sigo volviendo, a pesar de lo grande que es el mundo.

Escocia, además, sigue siendo un reto personal, un campo de pruebas de las habilidades y el nivel de confianza propios. Viajar a pie, en larga distancia y de forma autónoma por Escocia implica salir de mi zona de confort y enfrentarme a situaciones que sé que me van a costar. Salir de tu zona de confort es el camino hacia tu evolución personal, a todos los niveles. Lo que no te destruye, te hace más fuerte, te da poder, un poder genuino, sobre ti mismo/a. Lecciones de valor incalculable.

Loch Hourn, Knoydart

El juego interior

Durante este viaje, pasaré por el que probablemente ha sido el trance más duro de toda mi historia en el viaje a pie. Lo mejor, quizá, es que lo hice sabiendo lo que afrontaba y que fui capaz de mantener la cabeza en su sitio. Y que pude corroborar esa teoría que es tan fácil de asumir pero tan complicada de poner en práctica: que la clave de la resolución de dificultades está en la cabeza, en el juego interior, en la adecuada toma de decisiones.

Esto es una realidad muy importante porque te da poder: significa que puedes superar las situaciones difíciles y eso es, a su vez, la clave para generar auto-confianza. Es genial comprobar que sí, que funciona.

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2 comentarios

  1. Ojo Kuen

    por cierto, cicerone tiene nuevo libro sobre el cape warth:

    cicerone.co.uk/p…

    • Viajarapie

      Señal de que la ruta está cogiendo popularidad. Cicerone es garantía de calidad, sus guías son muy buenas.

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